T.R.U.M.P.

T.R.U.M.P.

Donald J. Trump es el sueño americano. Literalmente es la imagen de un país que aún sigue dormido; la imagen de un país que todavía mantiene como símbolo la libertad (os pido un favor gráfico, ahora imaginadme tosiendo y farfullando  entre dientes palabras aleatorias tipo, no sé, Vietnam, Irak o cosas así).

¿Que cómo es que con la que se nos viene encima me pongo a hablar de Trump? ¿Que por qué me centro en el rival de Hillary Clinton y no en el rival de Susana Díaz? ¿Que si pienso realmente que estas líneas van a producir que el país más poderoso del mundo mundial, aquel que desafía al tiempo, el único capaz de producir mareas universales, el inigualable entre los fantásticos, el maravilloso entre los excelentes cambie a una actitud propia de un Estado “normal” y deje de jugar al ajedrez con este planeta? Pues no. Pero me gustan los retos. Además, ¿qué es lo peor que me puede pasar? ¿Que gane Trump las elecciones, mande al FBI a buscar insultos hacia su persona y tenga que buscarme una embajada donde vivir como un delincuente solo por decir la verdad y nada más que la verdad? Mmm… Pues tampoco sería para tanto.

En definitiva, quiero contaros las cuatro ideas que se me pasan por la cabeza acerca de todo esto, y mostraros cómo creo que podría ser la trayectoria inmediata de esta situación:
Pero, como ya sabéis que no puedo evitar hablar un poquito de Historia, voy a hacer un brevísimo paréntesis -ya que no pienso, ni quiero recordar el sino estadounidense- y recordar una vieja leyenda, muy breve, pero muy significativa -seré tan breve como las lágrimas por la Segunda Enmienda-:
Se dice de Nabucodonosor II muchas cosas, entre ellas que fue el soberano más grande del Mundo Antiguo, capaz de unificar bajo su poder el Próximo Oriente Antiguo; un gran gobernante, un gran guerrero y un amante tal, que fue capaz de olvidar que su matrimonio fue por alianzas estratégicas para regalar a su esposa los magníficos Jardines “Colgantes” (más bien “salientes”) para que no olvidara su Persia natal.
Se dice además que una noche tuvo un sueño profético, que se recoge en el Libro de Daniel, en el cual se apunta que Dios le enseñó a Nabucodonosor el destino del mundo, cuya Historia se iba a dividir en cuatro fases, cuatro Imperios marcados con cuatro metales simbólicos (oro, plata, bronce y hierro), tras los cuales llegaría el reino perpetuo.
Muchas opciones se han barajado para apuntar estos cuatro Imperios, y muchas sucesiones pueden ser válidas; sin embargo, todas ellas tienen algo en común, que me han servido para mostraros mi propia teoría, ya que todas tienen una sucesión solar, de Este a Oeste.
¿Cuál es mi hipótesis? No eran cuatro imperios, sino cuatro espacios; cuatro zonas de dominio: el Próximo Oriente Antiguo, actual Oriente Próximo, origen de la civilización, y marcado por el oro, que ha caído en la destrucción y el olvido (oro negro); nos trasladamos a los imperios mediterráneos, desde el romano hasta la Monarquía Hispánica, extendiéndose hacia el Atlántico, trayendo la plata para abrir la tercera fase, el inglés del carbón y el hierro, ampliándose a los Estados Unidos de América (¿IV Reich?); y, finalmente, el cuarto y último de los espacios que dominará el planeta, Asia, con su potente economía y su metal más preciado, la mano de obra globalizada.
Así se presentan en modo de líneas, esto es, Oriente Medio, línea vertical; Mar Mediterráneo, línea horizontal; Atlántico, línea vertical, y Asia sería otra línea horizontal. Esto no es aleatorio, porque si trasladas la línea asiática (|) y la juntas con la de Oriente Medio (—) tenemos… Exacto, el reino perpetuo, el Reino de los Cielos (+), y el material que nos llevará a ello será la locura y la bomba nuclear, precisamente en un lugar de gran actuación estadounidense.

Como habéis podido observar, todos los imperios vienen y van; todo sol naciente tiene su ocaso, y Estados Unidos no va a ser menos.
El problema es que hasta que eso ocurra seguimos estando en sus manos, y por ello estamos tan pendientes de lo que suceda el primer martes después del primer lunes de noviembre, ya que pueden pasar dos sencillas cosas: o bien subirá al trono por primera vez una mujer, o simplemente llegará la Tercera Guerra Mundial (PD: Feliz Día de Todos Los Santos)...
Sin embargo, Trump no es más que el estadounidensis comun, y todos sus discursos, que tantas veces los informativos presentan como una pesadilla, solo son lo que Estados Unidos lleva haciendo durante décadas, pero, no sé por qué, ciertas ideas, como poner una muralla entre México y el Imperio (¿acaso no hay ya una kilométrica valla?); bombardear hasta destruir al Estado Islámico (¿acaso no están destruyendo ya la vida sobre esa zona?)…, con el tito Donald nos parecen más aterradoras que con el tito Sam.
Sencillamente están presentando a Donald Trump como el diablo, cuando realmente es una justificación de lo que Estados Unidos quiere hacer, pero no sabe cómo hacerlo sin parecer malo, por lo que se lo echa en cara a una persona y aquí paz, y después guerra…

No estoy justificando a Trump... ¡Jamás! Pero Estados Unidos lleva mucho tiempo con un discurso similar, y cuando uno de sus ciudadanos lo hace público, lo atacan; pero cuando Estados Unidos ataca a otros países, razas y religiones de forma literal, entonces, todos le defienden.
Hace ya algunos años, un magnífico profesor de cine, literatura y de la vida, me contó un viejo chiste sobre Estados Unidos que parece tan malo que es verdad: “¿Sabéis cuál es el único país que avisa antes de asustar? EE... ¡UU!
Hace ya muchos años que sé que el que avisa no es un traidor, es simplemente una vergüenza: los crímenes de la humanidad no deberían tener doble vara de medir, que tan asesinos son los que hacen la guerra, como los que la incitan, y como los que la continúan en tiempos de paz.

Quisiera, si se me permite, ya que en la vida real dudo que tenga la oportunidad -entre otras cosas porque mi inglés es lamentable-, hacerle una entrevista al tan adorado Obama:
Buenas noches, señor Obama, déjeme hacerle alguna pregunta, antes de que se divierta tranquilamente con Ellen Degeneres: ¿qué opina un Premio Nobel de la Paz de la guerra y la barbarie? ¿Qué opina de la muerte, del infanticidio, de la horfandad bélica? ¿Y de la moral, qué opinión tiene de ella, o ella de usted? ¿Qué opina del mundo, o qué cree que el mundo dirá cuando sea usted el que esté bajo los pies del resto? ¿Por qué llora cuando muere gente en su país por las armas que no quita? ¿Por qué llora cuando muere gente en otro país por las armas que no quita? ¿Bailaría usted en Oriente Próximo? ¿Acogería en su enorme palacio a los refugiados? ¿Dejaría su país de generar más refugiados? ¿Cree usted en Dios? ¿Y en el hombre?

Estados Unidos lucha contra la opresión y los regímenes autoritarios, por lo que su lema teórico debe de ser: vive y deja vivir… Salvo si sois comunistas, afroamericanos, hispanos, árabes, asiáticos, rusos o Snowden.
Tal vez Hillary Clinton tenga razón, y cuando Donald Trump mira la Estatua de la Libertad solo le pone un 4. Sin embargo, Hillary, ¿quieres decirme qué ves tú, o tu marido, o todos y cada uno de los Presidentes de Estados Unidos que no han dejado vivir en libertad al mundo? ¿Quisieras explicarme por qué te crees valedora de los más prodigiosos dones divinos, capaz de regir a los demás porque, claro, eres de la única civilización civilizadora?
Una cosa que me sorprende sobremanera, a raíz de lo anterior, es la gran cantidad de puestos, puertos, asentamientos y un larguísimo etcétera de cuarteles que Estados Unidos tiene por todo el mundo (una ardilla puede viajar por todo el planeta sin tocar suelo); y es que he dicho cuarteles sin equivocarme, porque me recuerda mucho a los cuarteles de la Guardia Civil, dispuestos por toda España, vigilándonos. Del mismo modo, desde la capital del mundo, EE. UU., vigila el resto de provincias; aunque lo que realmente me sorprende es: ¿de dónde saca tanto dinero Estados Unidos para mantener todo lo que mantiene? ¿Tendrá paraísos fiscales o cómo lo hace?
En fin, señoras y señores, ojalá llegara realmente esto a manos de algún Presidente norteamericano (¿nunca os habéis fijado que el gentilicio de un ciudadano de Estados Unidos implica que toda Norteamérica forma parte de este desarrollado país?), y ojalá alguno se diera cuenta de lo que hace. Pero claro, ande yo caliente…
No sé lo que pasará dentro de una semana, ni de dos, ni si estudiaremos esto en los libros de Historia o dentro de unos años tengamos que volver a crear la Escritura… Solo sé que estoy harto de que haya alguien que nos tenga que decir lo que tengamos que hacer; harto de que haya que seguir unos límites establecidos, fuera de los cuales eres despreciado o atacado; harto de que un país, que hace doscientos años apenas era nada, ahora domine el mundo, y no haya Haya que le diga esta justicia es mía.
No sé nada, y cada día sé menos, pero sí conozco el lema del Imperio: E pluribus unum (De todos, uno); y éste me suena a, algo así como, “[…], omnes pro uno”, esto es, “[…], todos para uno”. Ante ello solo puedo decir: no dejemos que todos pertenezcamos a uno solo; descifremos esos puntos suspensivos, y cambiemos las profecías, interpretemos las leyendas… Rompamos las normas…

Que el mundo es uno y muchos, pero el imperio solo uno, y nosotros muchos... Omnes pro omnibus.