GENERALIDADES

GENERALIDADES

Hace unos días no tenía pensado escribir ninguno de mis habituales..., digamos, comentarios; no por nada, sino precisamente por eso, por ser habituales, repetitivos: generales. Sometidos todos a la irreverente actualidad que repiten hasta la saciedad, con datos exhaustivos que nada nuevo aportan a lo dicho ya cuarenta veces antes de la última.

Sin embargo, hoy sí me he atrevido a ponerme en frente de un teclado, que muchas veces se me ha resistido; ante una pantalla en blanco y ante unas palabras que se unen casi sin pretenderlo: como una verdad que se resiste a aparecer, que me deja en blanco, sin saber qué decir, pero que se muestra imperante, porque es su deber.

De esta forma, no quiero que esto sea un "artículo" al uso; aunque finalmente sé que así será. Quiero que esto sea un consejo, una opinión que abra los ojos, si no han sido abiertos ya, y que, sobre todo, abra las bocas, las manos y los corazones de los lectores que se atrevan a continuar a partir de aquí y apliquen esto en sus vidas.

Y no encuentro un día mejor para hacerlo que el de las elecciones -elecciones generales-; pero tranquilos, no voy a hablar de política, o al menos no quiero hacerlo; de hecho, aquí estoy, encerrado en casa, observando cómo los demás votan nuevamente a los que nuevamente hacen las mismas promesas, ven al pueblo y hacen lo que deberían hacer durante 365 días, solo durante una semana. Aunque, no os apuréis, que, a pesar de todo, me he vencido a mí mismo, que pensaba que hoy solo iría a ver el recuento, y he ido a votar; y si he votado, no ha sido para ver cómo las urnas estaban medio vacías, sino porque, a pesar de perder la gran ilusión que era para mí hacer uso de los logros que la generación de mis abuelos consiguieron tras mucho luchar, quería precisamente ejercer esos mismos derechos, y no decepcionar a quienes lo lograron. Aunque realmente no tenía ningún otro motivo para ver unas mesas que veré dentro de otros seis meses: a la cuarta va la vencida; lo digo por mí, que en tras apenas cuatro elecciones en mi vida, ya me siento cansado, y, sobre todo, defraudado, cuando antes me sentía extasiado al ir a votar.

Me alegra mucho vivir en un país democrático -¡cómo no me va a alegrar!-; pero si no tengo a ningún candidato que represente lo que yo siento, no tengo a nadie para votar, y eso es muy deprimente… El color de mi sangre no ha cambiado, pero sus glóbulos al parecer sí. Y aun con todo he votado… Curioso, ¿verdad?; ¿os digo a quién he votado? A mi voz, a mi corazón; al arte de la verdad.

Claro que me da pena decir estas cosas; pero más pena me da el haber llegado a decirlas, y mucha más pena lo que diré a continuación, y que nada tiene que ver con esto, porque no quiero hablar de política; ni siquiera pretendo poner aquí lo mismo que hoy, mañana y todas las semanas siguientes van a decir y decir y decir y decir los numerosos "especiales" que harán en la televisión: me aburre ya la seducción política, y, sobre todo, me cansan los intereses de la televisión: me pregunto una cosa, ¿siempre ha sido así? Yo ya no me acuerdo de las mañanas, las tarde y las noches sin política... ¿Antes era igual? Lo pregunto en serio; no voy a hablar solo yo, si alguien quiere contestar, está en su derecho de expresar su opinión. ¿Cómo es posible que la televisión que ahora hace negocio de la corrupción, antes no investigara más, y nos lo hubiera revelado mucho antes, para ahorra mucho más dinero?

Pero bueno... ¡Se acabó! Ya he dicho que hoy no quiero hablar de nada de política, o, por lo menos, mi pretensión no es hacer el mismo artículo de siempre...

Y aún con todo, la verdad es que está muy relacionado esto último con lo que pretendo mostrar en este comentario, ya que la televisión habla de lo que quiere hablar y cuanto quiere hablar… ¡Faltaría más! Lo que ya incomoda es que decide lo que debemos debatir en cada momento, y cuando ve que ya cansa o ya no funciona televisivamente, pone fin; y si la en la caja tonta ya no hablan de eso, el pueblo ya no habla de eso: porque si hay un atentado, allí están los periodistas para comunicar la desgracia humana, eso sí, durante un par de días, luego ya nada; porque si hay guerra y refugiados, allí están los periodistas para hablar de humanidad y moral y respeto y de integridad, eso sí, durante un par de días, luego ya nada; porque si España se juega su futuro, hay que hablar de política y políticos hasta más no poder (40 años de dictadura, y después, Transición; 40 años de democracia, y tras las elecciones 12+1, ¿Transición? Porque yo solo veo a los mismos perros con distinto collar). Y me da la sensación de que esto también puede suponer una generalidad:

Como aragonés, y, mejor aún, como amante de la Historia, no puedo evitar empezar con una curiosidad -más que lección- histórica, acerca de por qué Cataluña o Valencia son Generalitat, y muchos no lo conocen: las generalidades eran impuestos que se establecieron en la Corona de Aragón para regular el tráfico, el comercio y el paso por las fronteras. Tal vez a estas alturas muchos de los que ya conocen este blog sepan por dónde van los tiros; sin embargo, vayamos por partes: me gustaría poner un simple ejemplo, que creo que en algún otro artículo ya lo he puesto, y refleja muy bien lo que trato de introducir: los países del Norte -de Europa, por supuesto, porque esto también supone una generalidad, al establecer un eurocentrismo del que no nos echan ni con fuego- han desarrollado la firme idea de que los países del Sur, del Mediterráneo, en definitiva, los PIGS, son más fiesteros y menos trabajadores que el vino que tiene Asunción, mientras que los países nórdicos trabajan de Sol a Sol, y jamás -¡jamás!- han probado la paella ni se han tirado de una ventana a la piscina del hotel, porque eso es de salvajes sureños.

Bien, en esa afirmación se establece una generalidad que quisiera desmentir, o por lo menos especificar, ya que un país en sí mismo no puede ser ni fiestero ni trabajador, ¿o acaso os imagináis a la Puerta de Brandenburgo picando piedra? ¿O que la Torre de Pisa está así porque tiene resaca? No. Establecer una visión sobre un país constituye decir que todo ese pueblo y su cultura entran dentro del mismo saco, sea bueno o malo; de esta forma, ni Inglaterra fue la principal ideóloga de la Leyenda Negra, por ejemplo, ni España fue una "asesina" por completo: dentro de cada uno de esos países hay "paisanos", es decir, muchos ingleses verían a España como un modelo idílico, y dentro de España también hubo muchos críticos contra sus actos, como Bartolomé de las Casas, uno de los primeros en señalar el mal que los españoles -no España- hacían en América.

Dentro de las generalidades hay individuos; personas que tienen su propia visión, su propia forma de actuar, sus propias discrepancias con el lugar en el que se encuentran: englobar a todos en uno supone un error.

Es ahora cuando ya puede hacer aparición la "actualidad"; es ahora cuando se supone que debería dedicar hojas y hojas a la política de los últimos días, pero no. Voy a dedicar mis esfuerzos en rememorar el terrible atentado de Bruselas, aunque no analizando pormenorizadamente los movimientos de los terroristas, la hora con los minutos y los segundos a la que detonaron las bombas -y digo bien: los informativos sacaron esta insulsa información cuando apenas analizan la vida de los parados, los sin techo o los refugiados-, etc., etc., etc.
En este sentido resultó irónico observar a muchas personas -que no todas- criticar a las televisiones por hablar el mismo día del atentado (es verdad que los días posteriores ya cansan) de lo ocurrido en Bruselas y quitar la programación habitual, llena de elementos intelectuales y que cultivan nuestro espíritu y nuestras mentes, al ver a jóvenes con más brazo y pecho que cabeza pelearse por un "trono" lleno de vergüenza, pero, eso sí, lleno de oportunidades, dinero y desnudos totalmente justificados en las revistas -sí; hablo de los que se quejaron en su momento por que Mujeres y Hombres y Viceversa fue cancelado para dar la noticia del atentado de Bruselas. Pero que nadie me critique por hacer esta crítica, porque seguramente a estas alturas ni siquiera se recordaba este atentado, y, además, es lógico que me queje de que haya gente que se preocupe más de modelitos insultantes que de un ataque contra la civilidad y la ética-.
En fin, dejando a un lado este tema, el atentado de Bruselas supone una deriva más en el descenso vertiginoso que la humanidad está viviendo, pero también lo es el que muchas personas miren hacia otro lado, hacia Oriente, para ver las causas íntegras de estos ataques, exculpando a Occidente de todo tipo de responsabilidad: efectivamente, Occidente es inocente, como también lo es Oriente; porque la geografía no mata. No son, en cambio, tan inocentes algunos -que no todos- occidentales como algunos orientales, ya que los primeros se metieron en el territorio de los segundos en busca de oro negro, y lo que pasara con los demás está de más, ¿verdad? ¡Claro! Ahora que hay guerra y destrucción allí, solo nos preocupamos de ello cuando ese terror se ciñe sobre nuestro territorio, mientras tanto giramos las cabezas y a dormitar.
Sé que esto supone generalizar, como también sé, o necesito saber, que no todos hacemos esto, y realmente nos preocupamos de estos asuntos, aunque ocurran mucho más lejos de lo que nos movemos habitualmente, pero eso es lo que caracteriza la solidaridad.


Bien, como os habréis fijado, estoy hablando de un asunto que ocurrió hace ya tres meses, demasiado tiempo para los debates televisivos, pero apenas es una milésima de segundo en la deriva humana.

Pero no va a ser el único de los asuntos que trate en este 26J, ni el único espacio ni tiempo que vaya a acercar nuevamente a nuestras ajetreadas memorias:
En este sentido, es algo totalmente normal que la gente se manifieste con lágrimas en los ojos en la Plaza de la Bolsa, en la Plaza de la República, en la Plaza del Sol o en la Zona 0; también es normal que en todos esos puntos y en todos esos momentos, distanciados temporal y espacialmente, coincidieran las peticiones de paz y humanidad; sin embargo, ¿es normal que pidamos paz y humanidad cuando no damos ejemplo? ¿Qué diferencia hay entre estos atentados y los que ocurren diariamente en las zonas de guerra? Varias diferencias: para empezar, estos atentados ocupan cuarenta especiales televisivos todos los días durante una semana; la guerra se menciona el primer día, tres segundos, con conexión especial, espacial, pero corta, y ya está. Para continuar, las personas que por estos atentados salen de sus casas para pedir paz y humanidad lo hacen porque quieren, no tienen ninguna obligación; sin embargo, las personas que sufren diariamente la guerra salen de sus casas porque no tienen otra opción, porque a lo mejor no tienen ni casa.

2290 kilómetros... Esa es la distancia entre la Plaza de La Bolsa e Idomeni, territorio del cual son innecesarias las explicaciones, aunque sí son obligatorias las justificaciones. ¿Parece mucho? No; apenas está a la vuelta de la esquina de Europa; de hecho, creo incluso que es Europa, ¿no? Pues al parecer es un punto negro para la humanidad, y dentro de poco esas personas serán expulsadas -¡expulsadas!- hacia Turquía, con un pacto que tal vez consiga que Turquía entre en Europa, pero, en cambio, Europa salga de la moral.
Diariamente mueren personas, ya no hablo de Oriente Medio, sino de los campamentos de refugiados; diariamente vemos cómo niños pierden su infancia, o su propia vida, con enfermedades arrastradas desde sus lugares de origen o infectándose en esos propios campamentos; diariamente vemos a los dirigentes europeos en reuniones en grandes palacetes, comiendo grandes banquetes, y firmando tratados de paz -¡Ja!- en mesas de marfil y cubiertas de oro. No voy a decir nada más.

¿Y ahora qué? Pues ahora más terrorismo, que lo único que consigue es que muchos europeos cambien de asunto de interés, olvidándose de los refugiados, así como conseguir la radicalización hacia el Islam: otra generalidad. Ninguna religión es mala; ninguna ideología es mala; ningún país es malo... Las personas somos las que cambiamos la visión de todos esos elementos:

Tanto el Islam como el Cristianismo rezan la paz y la colaboración, pero del mismo modo algunos cristianos hicieron Cruzadas contra los árabes, y ahora algunos árabes atacan a los occidentales. Europa no es la responsable del desprecio hacia los refugiados; Alemania tampoco... En cambio algunos de la Comunidad Europea, así como la líder alemana, sí que son los culpables; pero no por ello debemos odiarnos y despreciarnos, con un odio generalizado que acabará por destruirnos.

Me resulta muy curioso cómo en los especiales televisivos dramatizan, casi cortándose las venas, tachando de fin del mundo algunas noticias, mientras estas otras las dejan para cerrar los informativos y desea "muy buenos días". Últimamente es el tema del 'brexit', que ligado con lo de los atentados y el populismo emergente, suponen el declive de Europa, la fractura del continente, el fin de la humanidad.
Me resulta interesante ver cómo dedican tanta pena a que Inglaterra salga de Europa, algo que, sincera e históricamente, se veía venir, ya que nunca le ha hecho mucho gozo que hubiera alguien por encima de ella diciéndole lo que debían hacer, a no ser que fuera ella la que se encontraba en el trono superior; y mientras, en la esquina del continente ni siquiera escuchamos a otro país que está deseando entrar y disfrutar de lo que para algunos sí que es un auténtico Paraíso -no voy a opinar sobre ello-; un país lleno de esperanza, aun cuando no ven motivos para ello; un país lleno de ilusión, aun cuando la luz se les apaga... En definitiva, el país de los refugiados nos habla, y nosotros preferimos callar...

Las generalidades que estamos estableciendo territorial y emocionalmente son una humillación: las fronteras que se han impuesto en Europa son odiosas, como también estos odios con los que nos estamos relacionando. Pero a nivel individual también son demasiadas las generalidades, en nuestra memoria, como he tratado de recordar; en nuestro corazón, como he tratado de enseñar; en nuestro silencio, como he tratado de decir; en nuestros actos, como debemos empezar a hacer…

Os voy a pedir una última cosa: pensad; simplemente, pensad, y, lo más importante, pensad por vosotros mismo. Por eso yo no quería votar, porque siento vergüenza de la política -que no de todos los políticos-, que nos dan lecciones; que nos piden que nos movilicemos, pero luego ellos no se moverán, y el sacrificio lo hacemos, y lo haremos, nosotros, mientras piensan solo en haber quién le toca el sillón; que nos piden que reflexionemos la jornada anterior, mientras que el resto de días simplemente acatemos lo dicho... Pero no; yo prefiero pasarme estos días escribiendo esto, y reflexionar el resto del año. Reflexionad; no solo de la política o de la mediocracia; reflexionad sobre todo; sobre si lo que habéis leído hasta ahora -y pido sinceramente disculpas si he cometido algún fallo, he podido ofender a alguien o ha decepcionado a alguien-, tanto en este blog como en cualquier otro sitio, coincide con lo que creéis, o lo que queréis; decid si lo dicho es correcto o falso... Da igual; lo importante es que aportéis vuestra opinión, y no os quedéis jamás callados. No permitáis que os digan qué pensar, qué hacer, o qué sentir; parece obvio, pero ya no podemos estar seguros de lo que es una idea propia o impuesta. Aunque sí sé que esta ha nacido de mí, y os la cedo a los demás: no pongamos generalidades... ¡Rompámoslas!

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